Viaje iconográfico



VIAJE ICONOGRÁFICO POR EL VALLE DEL JILOCA: ALBA DEL CAMPO.


Este apartado ha sido elaborado a partir de la obra: Viaje iconográfico por el valle del Jiloca: Alba del Campo" de D. Santiago Sebastián y de imágenes de diferentes autores.




Resumen. Alba del Campo, apartada del principal eje viario de carreteras que atraviesa la comarca del Jiloca, ofrece un atractivo histórico y artístico muy conocido, hasta el punto de formar el conjunto de mayor raigambre medieval de la zona.

En cuanto a su parroquia, cabe destacar el buen gusto de mantener en sus altares las primitivas tallas, que hacen que hoy presente un aspecto muy similar al que tendría a mediados del siglo XVIII

Summary. Historical and artistic atractivess of  Alba del Campo, which is the best example of the medieval in that area and description of  its 18TH century parochial church.

Pese a la importancia histórico- artística de Alba, este pueblo es poco conocido, se llega hasta él por  un ramal de carretera desde Santa Eulalia, que parte de la estación de Renfe. Su atractivo, no sólo es artístico sino histórico, ya que es el pueblo de mayor raigambre medieval de cuantos hay en el Valle del Jiloca; a medida que nos acercamos, divisamos en el cerro la erguida torre del homenaje de su castillo y los lienzos de muralla a manera de un fondo teatral. Estos lienzos de muralla perimetral aparecen coronados con almenas, y la torre de planta cuadrada presenta matacanes voladizos.

El nombre primitivo de Alba fue Alava, así lo vemos hasta en documentos del siglo XVIII del Archivo Parroquial.

Es posible que el castillo se remonte al siglo XIII, y en tiempos posteriores fueron alcaides de la fortaleza los Garcés de Galvanés, quienes, el año de 1.357, realizaron ciertas  obras,  pues formó parte de las líneas defensivas de Aragón frente a Castilla.

Aunque en esta línea defensiva, el núcleo más importante fue Peracense. Antes de entrar en Alba, se desvía hacia la izquierda un ramal de carretera que nos lleva hasta este pintoresco lugar, donde está el inaccesible castillo, en los terraplenes de la imponente roca; aún muestra dos plazas con sus lienzos murales y torreones ; hay que hacer un esfuerzo para llegar hasta la torre del homenaje.

Debemos trasladarnos al siglo XIV  para comprender la geoestrategia de estas fortificaciones, que actuaron como los centinelas del Valle del Jiloca, tan apetecido por las ambiciones castellanas. El Valle del Jiloca nunca perdió sus señas de identidad Aragonesa. Si Peracense queda lejos y apartado, Alba de Campo evoca nuestra historia medieval con su escenografía.

Guitart nos completa los datos históricos recordando que el castillo de Alba ya existía en la época de Jaime I y en la época de Jaime II; correspondía a la corona  el nombramiento de los Alcaides, de los que  conocemos a Juan  y a su Martín de Galvanés. Sabemos que la reina Leonor mandó reparar el castillo en el 1.357 y dotarlo de un aljibe para disponer de agua ante un largo asedio.

En torno a un castillo de vida tan activa, en el siglo XIV empezaron a surgir casas, las cuales en el siglo XVI fueron suficientes para constituir un pueblo, al que hubo que dotar de una iglesia parroquial, de la que nos ha llegado el campanario, lejos del templo actual; es obra de mampostería, con los esquinales y ventanales de cantería; el cuerpo superior de la torre alberga el campanario, una de cuyas ventanas está amartelada con columna dórica. No hay que olvidar que el siglo XVI fue un momento de auge del Valle del Jiloca, entonces se construyeron grandes templos parroquiales como los de Calamocha y Santa Eulalia del Campo. La iglesia renancestista de Alava debió ser pequeña, tal vez construída a fines de ese siglo, pues la Casa Estebanel, fechada en 1562, tiene una columna semejante a la del parteluz del ventanal de la mencionada torre, por lo que deben ser coetáneas.

A esta primitiva iglesia perteneció la excelente cruz Procesional, de plata sobre dorada, con las dimensiones de 84 por 40 cm, obra de un taller zaragozano de fines del siglo XV, aunque parece de punzón. Como ha visto Cristina Esteras, tiene estructura  gótica florenzada,con ornamentación de hojas de encina y Bellotas. En el anverso está Cristo crucificado con tres clavos, y en el reverso la virgen con el Niño, el nudo es hexagonal, con dos piezas de tracería gótica.

El otro momento de auge de Alba fue en el Siglo XVIII, ha crecido sin duda su población y es preciso dotarla de un templo acorde con los nuevos tiempos, y éste fue dedicado a la invención de la Santa Cruz. Sobre la clave del arco de la puerta consta la fecha de 1.704, tiene muros de mampostería, tres naves con  pilares cruciformes y un arco triunfal de medio punto.

La cubierta es bóveda de medio cañón con lunetos. Lo más destacable de la fábrica es la torre, colocada a los pies, en el lado del Evangelio; lo más interesante son los imponentes cuerpos superiores, de ladrillo, con los esquinales redondos y con cornisas de fuertes contrastes de luces y sombras, que hoy están pidiendo restauración.

Si la fábrica del templo se terminó en 1.704, la torre vino a concluirse en 1.738, cuando se pagaron 225 sueldos a Miguel Sebastián, ollero (ceramista) de Teruel por la teja de color que se colocó en el capitel de esta torre.

En la iglesia había un reloj que precisaba ya compostura por lo que en 1.737 hubo que llamar a un relojero, y  sabemos que se le hubieron de dar dos cuarteles y tres cuartillos de cebada para el mantenimiento de la caballería. Otros detalles de la vida cotidiana en torno a la Parroquia en el libro de procura.

(Santiago Sebastián)

Catedrático de historia del arte. Universidad de Valencia.




Retablo mayor. Foto. Fernando Simón





La obra de mayor significación artística es el retablo mayor, pieza barroca de dos cuerpos y tres calles con gran desarrollo de la hornacina central, con tres bajorrelieves laterales a cada lado; está estructurado con columnas Salomónicas decoradas con guirnaldas vegetales sobre la rosca y a los extremos unos estípites esbeltos con medias figuras a manera de canéforas que son de madera pintada de tonos marmóreos.



Libro de procura...Nº 2,  3  y 4. Folio Nº 20,26,29






Retablo mayor. Escena de la Anunciación. Foto. Fernando Simón




Retablo mayor. Detalle de la Visitación. Foto. Fernando Simón






Retablo mayor. Adoración de los pastores. Fotos. Fernando Simón




Retablo mayor. Detalle de la epifanía. Foto. Fernando Simón




Retablo mayor. Escena de la presentación. Foto. Fernando Simón




Retablo mayor. El niño discutiendo con los doctores. Foto. Fernando Simón




Retablo mayor. La oración del huerto. Foto. Fernando Simón






Este retablo debió ser realizado hacia 1.735, sabemos que fue obra de Francisco Moya, al que pagaron en  1.738, mil sueldos, y poco después se le dieron  1.008 sueldos a cuenta del citado retablo.

 El Sagrario debía estar terminado, pues se pagó al dorador. Desconocemos quien fuera éste pero debió estar casado con Gerónima Helena, pues en 1.738 se le pagaron 218 sueldos y 7 dineros a los herederos de ella por esta labor.

5. Libro de procura .... folio 31 y 34.             






Retablo mayor. Predela: la flagelación Foto. Fernando Simón.





Cuanto acabamos de descubrir en el archivo Parroquial de Alba es muy importante para la comprensión del barroco en Teruel. Hasta ahora la obra más antigua documentada de Francisco Moya era el ostensorio del retablo mayor de la catedral de Teruel, realizado en 1.739, en colaboración con Juan de Elías. El ostensorio del retablo mayor de Alba viene a ser como el experimento anterior.

El retablo de Alba fue el punto de partida de lo que desarrolló después el barroco turolense del siglo XVIII, pues el retablo  de la catedral,  el retablo de San Miguel y el retablo mayor de San Andrés, son obras atribuíbles a Francisco Moya y su taller, los cuales trabajaron con intensidad la ciudad de los Amantes, desde 1.730 a 1.770 aproximadamente.

Libro de procura...folio 31 y 34.




Ornamenta  iglesia. Foto. Fernando Simón






La obra más segura es el retablo de la Purísima de la catedral de Teruel, mandado hacer a sus expensas por el Obispo Pérez de Prado en 1.738, del que Francisco Moya fue su escultor favorito. En otra ocasión he puesto de manifiesto el complejo programa iconográfico, que del retablo se extiende a la propia capilla y al frontal del retablo.

Entre 1.750 y 1.775 debió ser ejecutado el  retablo mayor de la parroquia de San Miguel, una de las composiciones más barrocas del arte turolense, no sólo por la riqueza de valores formales y escenográficos, sino por la complejidad del fondo ideológico. Ante la expulsión de los Jesuítas, en 1.767, fue realizado el retablo de la iglesia del colegio de los Jesuítas, luego seminario, que quiso de manifiesto el gusto rococó a la francesa junto a la novedades italianas del Jesuíta Andrea del Pozzo. 






Retablo mayor. Predela: cristo ante pilatos. Foto. Fernando Simón





Por  último, con posterioridad a 1.750 hay que situar el retablo mayor de San Andrés, que recoge algunos de los ornamentos  vistos en la obras turolenses mencionadas.

No es preciso insistir más, queda manifiesto lo que supone la documentación de la primera obra de Moya, en la parroquia de Alba.

Otro retablo significativo en esta parroquia, es el de la Virgen del Rosario, que está a los pies de la nave del Evangelio; sabemos por la documentación que fue ajustado con el escultor Francisco Moya en 120 escudos valencianos. 








Altar Virgen del Rosario. Foto. Fernando Simón





Y de acuerdo con las cláusulas le fue pagado en tres entregas, cuando era prior de la cofradía del Rosario Juan  Dolz del Castellar, en fecha 15 de noviembre de 1.735. Cabe suponer que para tales fechas habría terminado el artista el  retablo mayor. Esta cofradía fue la más importante de la parroquia de Alba, todavía existe y cuenta con más de 200 miembros.

Es un tipo de retablo sencillo, estructurado con columnas salomónicas y unos estipites; presenta en la hornacina central a la Virgen del Rosario, con Santo Domingo a un lado y una Santa Dominica al otro. Aparece en la predela  un Niño Jesús dormido sobre la cruz, con San Juanito velando su sueño; en lo alto se puede observar  a la Virgen del Pilar, y en las partes inferiores, dos hermosos rosales, que aluden, naturalmente, a la Virgen del Rosario, la cual simboliza una rosa. 








San Joaquín. Foto. Fernando Simón







Retablo hermano de éste es el de San Joaquín. Aparece el santo llevando de la mano a su hija, la Virgen María, a los costados están las santas mártires Bárbara y Águeda. En la parte correspondiente de la predela se observan sendas escenas del martirio de citadas santas y, bajo San Joaquín, está el relieve de un pastor que viene a ofrecer al sacerdote un cordero por orden del padre de María.

(S. Sebastián: La decoración manierista y barroca en la ciudad de Teruel. “Teruel” Nº 43.(Teruel, 1.970) pág. 103-111.






Santo Cristo. Foto. Fernando Simón





Otro retablo bien documentado es el del Santo Cristo, en la nave de la Epístola. Está la mayestática figura del Crucificado en una hornacina cruciforme, entre estipites y pilastras con adornos vegetales. Sabemos que fue realizado por el escultor Juan Gastón que tenía un taller en el Pobo, sin duda con referencia al pueblo próximo de Guadalajara y  no al de la provincia de Teruel. Fue realizado en 1.737, pues entonces se pagaron 30 fanegas de centeno, pero no fue el único artista pues también intervino el mencionado Francisco Moya, ya que en fecha citada se le dieron 10 fanegas del citado cereal.










Retablo mayor. Predela: Cristo camino del calvario.Foto. Fernando Simón






Que el retablo estuviese terminado en tal fecha lo conocemos porque se pagaron tres fanegas y un cuartal a Francisco Arnal por traer el retablo desde el Pobo.

La manutención de la caballería fue de 14 cuartillas de cebada. Finalmente, Juan Gascón recibió 830 sueldos que se le adeudaban.



(Libro de procura.. fols. 20 y 26.)






San Cristóbal. Foto. Fernando Simón

El último retablo a considerar fue el de San Francisco Javier, que tiene sobre la hornacina la fecha de 1.769.

Aunque está estructurado con columnas salomónicas y estípetes, no creo que sea de Francisco Moya. En el centro aparece en escultura San Francisco con roquete y estola, entre las imágenes de San Ignacio y San Luís Gonzaga; de la misma época es un lienzo de San Francisco Javier misionero, que está en la sacristía. La decoración de la iglesia se completa con otros retablos de la segunda mitad del siglo XVIII, que suscitan menos interés.






CRISTOLOGíA






Entre la variedad de temas iconográficos del patrimonio artístico de Alba, hay que destacar los referentes a Cristo.

Desde fines del siglo XV, la devoción al Crucificado está viva entre los vecinos de Alba, que decidieron mandar hacer una cruz procesional a un taller zaragozano, bellamente decorada en plata. Sería interesante conocer la génesis de esta bella pieza, que es lo más valioso de cuanto atesora Alba, y que merece ser guardada con todas las garantías.

La devoción al Cristo Crucificado se mantuvo viva y a poco de construído el nuevo templo parroquial se pensó que en una de sus capillas fuera venerada una imagen monumental, la cual fue encargada al escultor Gascón, de El Pobo.

Otras imágenes de la misma época, como el Cristo de Villarquemado, tienen  una historia entre legendaria y piadosa. Esta bella y mayestática imagen pasó inadvertida al P. Faci cuando recogió, en esta época, los cristos de Aragón que gozaban de mayor veneración. Tengo la impresión de que este piadoso viajero del siglo XVIII por tierras aragonesas no se acercó a Alba o no le dieron la información de que valía la pena conocerla.

En este apartado cristológico debemos incluir la iconografía del retablo mayor, pieza monumental que está dedicada a la Invención de la Santa Cruz, aunque este tema lo estudiaremos por separado. Este excelente retablo presenta seis relieves en sus calles laterales, cada uno bajo una triple venera, pintada  de blanco. Los temas, alternativamente y empezando por arriba, son la Anunciación (lado del Evangelio), la Visitación (lado de la Epístola), la Adoración de los pastores, la Adoración de los Reyes, la presentación en el Templo y el Niño discutiendo con los Doctores. Siguen en la predela los relieves sobre la Pasión y Exaltación de María, de izquierda a derecha; Oración en el Huerto, Flagelación y  Cristo ante Pilatos.






Retablo mayor. Predela :calvario. Foto. Fernando Simón.







Pilatos, camino del Calvario, la Resurrección, Pentecostés, la Dormición de María  y  Coronación de la Virgen por la Trinidad.

Por tratarse de una iconografía muy conocida, apenas voy a insistir. La escena de la Anunciación nos presenta a la virgen sentada junto al libro de oraciones y al cesto de labor; el ángel Gabriel se acerca para darle el mensaje de la Encarnación por obra del Espíritu Santo, que vemos sobre la Virgen en forma de paloma; al fondo destaca un ramo de azucenas, las flores alusivas a la pureza de la Virgen. Sigue la escena de la visitación con el encuentro de María con su prima Santa Isabel; al fondo aparece San José y Zacarías, 






Retablo mayor. Predela: resurrección Foto. Fernando Simón





En acto de saludarse, no sólo se dan la mano, sino que de ellos se lleva la mano al sombrero con gesto reverencial.

Se ha producido el Nacimiento, y lo que representa es la Adoración de los Pastores que traen regalos al Niño, uno de ellos carga con un cordero; a la izquierda aguarda la vaca y el burro; en lo alto cantan los ángeles.

Libro de Procura...fol. 5 y 7.

C. Esteras Martín: Orfebrería de Teruel.

Y su provincia vol. II, 14. Teruel 1.980.










El Cristo del Coro. Foto. Fernando Simón.







Fijémonos en la escena de Epifanía. En que la virgen está sentada con el Niño Jesús; a la derecha queda el rey negro y al fondo se divisan dos camellos de la comitiva. La Presentación nos muestra al fondo a San José que ofrece dos palomas, en el centro tenemos al anciano Simeón, que toma con cariño al Niño, y a la izquierda aparece la Virgen, en acto de leer el Santuario. Finalmente observamos la escena del Niño, que se perdió porque se entretuvo en el Templo discutiendo con los Doctores de la Ley, mientras sus padres se acercaban por la izquierda.







Retablo mayor. Predela: pentecostés. Foto. Fernando Simón  





Viendo la predela, desde la Oración del Huerto, donde Cristo de rodillas, recibe del ángel el cáliz; tres Apóstoles duermen en primer término; al fondo se ve que llegan cuatro soldados para prenderle. Sigue un relieve apaisado sobre la Flagelación, que nos muestra a Cristo atado a la columna mientras recibe los azotes y burlas de los esbirros. En formato vertical aparece Cristo ante Pilatos, que lo contempla impávido mientras que los verdugos lo insultan. En el mismo formato vemos a Cristo camino del Calvario, que carga con la Cruz y le salen al encuentro las Santas mujeres.










Retablo mayor. Predela: la dormición de la Virgen. Foto. Fernando Simón







Trás Él está el Cirineo, que le ayuda a llevar la Cruz. En  el centro del altar aparece la escena del Calvario, con Cristo crucificado entre los ladrones, y con las Santas Mujeres en primer término; al fondo se divisa la ciudad de Jerusalén. Sigue en formato vertical la escena de la Resurrección,  Cristo sube al cielo ante la admiración de sus discípulos. Viene en el mismo tamaño el relieve de Pentecostés, con la Virgen en el centro, rodeada de los Apóstoles, y en lo alto, el Espíritu Santo, que baja sobre ellos en forma de lengua de fuego. Los últimos relieves están dedicados a la apoteosis de María. El formato apaisado nos la presenta muerta sobre el lecho, rodeada de once apóstoles: es la escena de la Dormición de la Virgen. Y por último, el relieve de la coronación de la Santísima Trinidad, con el cual se cierra este completísimo programa, de orden esencialmente cristológico.






La Virgen de la Mora. Foto. Adolfo Hernández.







La escultura más antigua del tesoro parroquial es una imagen de madera, dorada y policromada, de unos 40 cm. de alto.,  se trata de una pieza, que procede de la ermita de esta advocación, situada en el monte, lejos del pueblo. Es una obra del siglo XVI, que lleva al Niño en brazos, y éste sostiene el globo terráqueo. Aunque se le conoce como la Virgen de Mora, realmente es la Virgen de la Mora, pues en su mano derecha muestra un racimo de moras. Como ya vimos en Santa Eulalia, la Virgen del molino lleva un clavel, en cambio la de Alba lleva como atributo un pequeño racimo de moral, planta o árbol que tiene los nombres científicos de Morus nigra  o Morus alba.











Retablo mayor. Predela: coronación  de la Virgen. Foto. Fernando Simón.





Esta fruta tiene significación tanto en relación con Cristo como con referencia a María, según comentaba Ricardo de San Lorenzo. Éste pensaba que Cristo podía ser comparado con el moral, porque su fruto tiene tres colores; primero es verde, luego es rojo, y finalmente, negro cuando está maduro y dulce, como ya recogía San Alberto Magno. También la mora podía ser comparada con la Virgen, que fue de color verde en su Santidad, blanca en su Virginidad y roja en la Pasión que ella vivío con dolor.

Desconocemos las fuentes místico - literarias en que pudo  inspirarse el autor de la escultura, pero debió haber un mecenas religioso o mentor, que de una manera u otra pensó en estos simbolismos que nos revelan la formación cultural de un sabio párroco del siglo XVI, probablemente el que llevó a cabo la  construcción de la antigua iglesia, de la que aún se conserva la torre.








Ornamenta del altar mayor. Virgen del rosario. Foto. Fernando Simón





La devoción a la Virgen del Rosario surgió durante el siglo XV bajo el impulso de las órdenes religiosas y de las cofradías; de ellas, la más antigua fue la de Tournai (1.400).

Durante el siglo XVI, la devoción a la Virgen del Rosario estuvo muy extendida por Aragón, y naturalmente en el Valle del Jiloca se hizo muy potente. Sabemos que en Alba ya existía en el Siglo XVII pues en el archivo Parroquial están las constituciones de la Virgen del Rosario en una bella versión manuscrita. Ya he señalado cómo al hacerse la nueva iglesia se dedicó una capilla con esta advocación y en el retablo se puso a la Virgen del Rosario, con Santo Domingo  a un lado;  pues entonces se pensaba que él había sido el creador de esta devoción. Como el rosario es una sucesión de rosas marianas, en este retablo se colocaron dos tableros con sendas representaciones de este arbusto, en forma naturalista y bella. Raro es el pueblo del Valle del Jiloca que no tenga una capilla dedicada a la virgen del Rosario y que no cuente con una bella imagen de ella; recordemos los ejemplares de Villarquemado y de Torremocha, ambos del siglo XVI.

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