PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN ALBA
( TERUEL)
POR E. RABANAQUE Y P. ATRIÁN
No tratamos en esta breve nota de
hacer un estudio exhaustivo, del
contenido arqueológico de la zona de Alba, en esta provincia, sino solamente dar a conocer, en
espera de una excavación de los yacimientos más importantes, una serie de
hallazgos que nos dan idea clara del papel que este pueblo y su término jugaron
a través de los tiempos, no ya sólo histórico, sino hasta la misma prehistoria.
DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA.- En un estudio
realizado sobre la cultura romana a su paso por nuestra provincia, prometía
continuar estudios sobre otras estaciones que allí se han dado. En aquel entonces
me refería al pueblo de Alba, que puede muy bien sumarse a los que en nuestra
provincia aportan los vestigios de culturas pretéritas.
Con gran satisfacción me es dado
cumplir aquella promesa al lado de Purificación Atrián, encargada del museo
provincial de Teruel, de cuya colaboración me considero muy honrado.
Así tanto en la geografía como en la
historia, pudiera ser Alba, ayer Alava, aquella Abónica estación de la España
Tarraconense, entre la antigua Liminuim y Zaragoza, próxima a la Sierra
Palomera.
Foto. Antonio Labarta
EL CASTILLO
Viene ilustrado este estudio por
algunas fotografías del castillo, que se levanta sobre un monte blanco, a cuya
ladera de la parte sur se recuesta el pueblo.
Este castillo, por su capital
importancia, mereció en los tiempos medievales especiales atenciones. Jaime I
el Conquistador dicta algunas disposiciones en orden a su conservación. En
1.308, Jaime II nombra por alcaide del mismo castillo a Martín Garcés de
Galvanés, como ya había sido su padre, Juan Martín. Posteriormente, en 1.357,
Mosén Blanco Fernández de Heredia y Domingo Pérez informan a la reina Dª.
Leonor, esposa de Pedro IV, que el castillo se encuentra en mal estado de conservación por lo que la
reina ordena que se reparen el aljibe y los fosos, pues teme guerra con
Castilla.
Rgtr. de pergamino
de Jaime II, del Aº Cª de Aragón.
Rgtr. de pergamino
de Pedro IV, del Aº Cª de Aragón.
Foto. Antonio Labarta.
CASTILLO PARTE POSTERIOR
Cabe añadir que a lo largo del
transcurso de la historia, por lo que esta fortaleza y sus adyacentes,
juntamente con la exploración que sus tierras nos dan, diremos con fundamento
que Alba ha sido asiento de todas las culturas, a lo largo de la historia,
desde la prehistoria, más tarde la Ibérica y la romana; y después siguiendo el
orden cronológico, la Árabe (ésta comprende la estructuración arquitectónica
actual del castillo) hasta la definitiva, la cristiana.
De entre las treinta y cuatro vías
militares romanas, el “Itinerarium Antonini” y la “Tabula Peutingeriana” nos
dan cuatro como principales. Una de éstas, la que dirigiéndose al sur, parte de
la Colonia Caesaraugusta ( Zaragoza)
hasta enlazar con Túrbula (Teruel), proyectándose sobre Saguntum ( Sagunto ). Jalonan esta nuestra vía romana
los puentes del Jiloca o el Luco y Calamocha, así como diversas fuentes, cual
la llamada “vieja “ en Alba, en medio de la Llanura.
Foto. Antonio Labarta
FOSO DEFENSIVO
El castillo que nos ocupa está
defendido, desde la parte norte a sur, por un foso abierto en la roca viva con
extensión de unos 500 metros, y
salta a la vista que, con otras fortificaciones a las cuales nos hemos de
referir, fue uno de los principales baluartes que protegían la vía romana, a la
vez que lugar seguro donde acampaban los ejércitos, y no menos pequeña o gran
colonia establecida allí como castro.
Reservamos un estudio más profundo de
esta fortaleza, al momento en que nuevas investigaciones, realizadas sobre la
misma, nos den un resultado muy
apetecido, pudiendo adelantar juicio en el sentido de que primitivamente fue
fortificación ibérica, como lo demuestran los grandes sillares toscamente
labrados, que le sirvieron de cimiento, los restos de obra en que se asienta la
ermita de Santa Bárbara y los trozos de cerámica esparcidos en relativa
abundancia sobre la superficie.
PARTIDAS
1.. Pico del buitre.
13. Barranco del zarzal.
2.. Rambla del frontón.
14. Atalaya.
3.. Monte Gallel.
15. Prado de mora.
4.. El campillo.
16. Castillejos.
5.. Llano de la Balsa.
17. Ermita de la Virgen de mora
6.. Peñarrubia. 18. Ojo de mora.
7.. Barranco de Valdecalera.19. Castillo.
8.. Alba. 20. Barranco
del perro.
9.. San Cristobal.
21. Morrón de fuentes.
10. El cerro. 22. Villarejo.
11. Ermita de San Cristóbal. 23. Cerrada de mora.
12. Ollamarta. 24. Barranco de los
camareses.
Encaminándonos de Sur a Oeste del
pueblo, rambla arriba de “Las Atalayas”,
por el camino de Almohaja y rambla de Vadelcalera, nos constituimos en los
parajes descritos por el croquis. Su conjunto describe un área de unos 18 Kilómetros cuadrados, que abarcan, de norte a sur, desde “Peñarrubia” al pico del Buitre, y
del cerro de San Cristóbal a las estribaciones del monte Gallel de este. Estas
estribaciones pueden tenerse como arranque de Sierra Menera y de los Montes
Universales de Albarracín.

Foto. Antonio Labarta
MURO DE CONTENCIÓN EN LA RAMBLA
Por entre los citados montes del pico
del buitre y del cerro de San Cristóbal se abren gargantas, bastante propicias
para incursiones a retaguardia de la vía romana, lo que indudablemente obligó a
que se levantaran pequeñas fortificaciones conocidas con los nombres de “El
Castillejo” y “Los Castillejos”, y el “Prado de Mora” y “Las Atalayas”, la
edificada sobre el montículo que es hoy pedestal de la Virgen de Mora
y de su
ermita, sirviendo a la vez de defensa del castro romano, a sus pies, y del
poblado conocido en la actualidad con el nombre de Villarejo.
Todas esta zona descrita fue a su
vez asiento de diversas culturas, desde
la prehistórica del neolítico y eneolítico, hasta la romana, a juzgar por las
excavaciones que se han practicado de sus fortificaciones, poblados,
necrópolis, sepulturas aisladas, objetos y útiles recogidos con variada
cerámica.
RELACIÓN DE YACIMIENTOS
PICO DEl BUITRE
1ª . Hacha de
piedra pulimentada, de fibrolita; mide 7
centímetros de altura por 4´5 de anchura. 2ª . Hacha
pulimentada de caliza; mide 9 centímetros de altura por 5´5 de anchura, (fig. 3).
Fig. Pico del Buitre (Alba).
Dibujo. Adolfo Hernández
LLANO DE LA BALSA

Fig.4 LLano de la balsa (Alba).
Dibujo.Adolfo Herández
MORRÓN DE FUETES
1ª. Raspador
de sílex, de forma biselada en uno de sus extremos y con finos retoques, en el
otro conserva parte del corte.
2ª. Pequeña hacha de piedra pulimentada, fibrolita; mide 3´5
centímetros de altura por 4 de anchura.
3ª. Raspador de piedra pulimentada,
fibrolita, con forma biselada en un extremo; mide 2´5 centímetros de altura por
2´5 de anchura.(fig. 5).
Fig. 5 “ Morrón de Fuentes"
Dibujo. Adolfo Hernández
PRADO DE MORA
1ª. Fragmento de hacha de piedra
pulimentada, ofita
2ª. Fragmento de vaso campaniforme,
seguramente perteneciente a un cuenco, con un minucioso trabajo de incisiones y
excisiones formando combinaciones geométricas; en la cara interna y junto al
borde, incisiones en zig – zag. Fig. 6
Fig. 5 “Prado de Mora”
Dibujo. Adolfo Hernández
A las anteriormente citadas hay que añadir restos de cuatro hachas
de piedra pulimentada, todas de ofita.
SAN CRISTÓBAL (TRASCERRO)
1º. Hacha de piedra pulimentada, ofita; mide 9´5 centímetros de
altura por 4´5 de anchura.
2ª. Fragmento de hacha de piedra
pulimentada, pizarra ofítica ( fig. 7).

Fig. 7 ”San Cristóbal Trascerro”
Dibujo. Adolfo Hernández
OYAMARTA
Se recogieron abundantes fragmentos de hojas y lascas de sílex, de
las que solamente reproducimos las más interesantes; ente ellas, un raspador en
el extremo de una hoja retocada, y otro raspador doble con retoque en ambos
extremos, aunque solamente en una cara; un perforador con finisímos retoques,
al igual que una punta de flecha de forma lanceolada retocada totalmente en una
de sus caras, y la otra, solamente en los bordes.
También se recogieron fragmentos de
dos hachas, la primera de ofita y la segunda de caliza. (fig. 8).
Fig. 8."Oyamarta"
Dibujo. Adolfo Hernández
PARIDERA DE MALLÉN
Hacha de piedras pulimentada,
fibrolita; mide 7
centímetros de altura
por 3 de anchura (fig. 9, Nº 1)
BARRANCO DE LOS
CAMARESES
Pequeña hacha motiva de piedra pulimentada, fibrolita.
(fig. 9, Nº 2)
Dibujo Adolfo Hernández
Fig. 9. -Nº. 1. Paridera de mallén;
Nº 2, barranco de los Camareses; Nº 3, barranco del Zarzal; Nº 4, barranco del
perro.
BARRANCO DEL ZARZAL
Mango de un pequeño puñal de sílex de tonalidad casi negra; en
ambas caras presenta una cuidada talla y retoques.(fig. 9. Nº 3)
BARRANCO DEL PERRO
Hacha de piedra pulimentada, fibrolita; mide 4´5 centímetros de
altura por 3 de anchura. (fig. Nº 4).
Foto. Adolfo Hernández
EL VILLAREJO
En los terrenos cercanos a este despoblado se recogieron cinco
puntas de flecha más o menos lanceolada, salvo una que presenta un alargamiento
de un extremo, y que sin duda pertenece a un pequeño pedúnculo; todas ellas con
finos retoques en ambas caras. A este conjunto o también fragmento de hojas con
retoques marginales.
El despoblado ocupa un
pequeño montículo en el que superficialmente pueden verse algunas alienaciones
de habitaciones, aunque ello aparece muy destruido. Una parte de este montículo
parece que fue rehabitada en época medieval, como puede observarse en los
restos de algunas construcciones que allí existen, y las citas que sobre él se
encuentran en algunos documentos.
En la parte que de él nos interesa se
recogieron superficialmente fragmentos de cerámica común, fabricada con pasta
de la que abunda la mica, por lo general basta, aunque a torno;
IBERO – ROMANOS DE EL
OJO DE MORA
Su decoración está formada a base de
incisiones de peine, huellas digitales o toscas acanaladuras. Fragmentado se
recogió un vaso de cerámica tosca, de tonalidad gris, doble asa y pequeña
moldura junto al borde. Por último se
hallaron también dos fragmentos de cerámica ibérica con decoración de rayas;
todo lo cual reproducimos en la figura. Nº 10
Fig. 10--Materiales de El Villarejo (Alba )
Dibujo. Adolfo Hernández
Foto. Adolfo Hernández
OJO DE MORA
En este lugar se aprecian restos de un
poblado íbero-romano en el cual fue realizada po una detenida prospección, en
la que se recogio, además de algún
fragmento de hachas de fibrolita, restos de vasijas de tipo común, al igual que
los perfiles, entre los vasos íbero-romanos. Cabe señalar un fragmento a mano
perteneciente a una gran vasija de borde vuelto, en el cual lleva una serie de líneas oblicuas
decoradas con fuertes incisiones, producidas por un punzón romo.
Relativamente abundantes eran los
fragmentos de tierra sigillata hispánica, de barniz rojo brillante, bastante
bueno y bien conservado, aunque en algunos fragmentos es algo achocolatado; por
su decoración, círculos sucesivos aislados, círculos ondulados que se cortan,
rosetas aisladas o encerradas en grafitas, entran dentro de la tipología
característica de nuestra sigillata,y dentro de los motivos decorativos más
frecuentes en ella;
FIG. 13. OBJETOS DE METAL DEL POBLADO
EL OJO DE MORA
Solamente en algún fragmento se
aprecia la forma Drag. 37, ya que los demás carecen de forma determinada.(fig.
11)
Procede también de este poblado se
recogieron pesas de telar deforma casi rectangular, con un solo orificio de
suspensión; algunos círculos recortados de piedra, de distintos tamaños, lo que
hace suponer que quizás fuesen utilizados como pesas; varios molinos de
cereales, ibero-romanos, desde el tipo más simple, consistente en dos piedras
alisadas, hasta las circulares con orificio central, uno de los cuales se
conserva completo. Fig. 12.
De metal solamente se recogió una
campanilla y un asa fragmentada, con representación de un animal en uno de los extremos. fig. 13.
fig. 11- Material de El Ojo de Mora (Alba )
TUMBA
DE LA NEOCRÓPOLIS
DEL OJO DE MORA
Dicha tumba estaba formada con lajas
de arenisca colocadas verticalmente con otras semejantes horizontales, que
formaban la cubierta. Al parecer se trata de una tumba recuperada, ya que a los
pies del cadáver actual encontramos los restos amontonados de otro cadáver
Como ajuar solamente apareció algún
fragmentos de hierro, algunos de los cuales estaban colocando sobre los
tobillos del muerto, a modo de argollas, como si se le hubiera querido sujetar
a la tierra.

Se conservan los cimientos de la fortaleza, que en toda su extensión coronaba el montículo, semejante en su estructuración a la del “Castillejo”, si bien muy pocos manifiestos en la superficie de los muros de la misma. En la parte norte, junto al muro y al interior del mismo, se puede ver, aunque con desagrado, una sepultura saqueada. Estaba construida con lajas, a una profundidad de 40 centímetros en el talud del norte, más saliente en su papel de cipo la de la cabecera, y las demás cuidadosamente adaptadas al cuerpo, en posición vertical.
Aparece el cadáver en decúbito supino. A juzgar por las manifestaciones hechas por el mismo que la abrió por vez primera, apareció más cuida que las demás; estaba no ya sólo cubierta por lajas en toda su extensión, sino que, además, e indudablemente para que no penetrase el agua en su interior las rendijas entre lajas de la cubierta quedaban guarnecidas por otra laja sobrepuesta; ésta nos hace pensar que se trataría quizá de una sepultura dispuesta para un cadáver de un personaje de distinción.
Al este de esta fortificación, y a su pie, donde mismo empieza la “Cerrada de Mora”, lugar éste de importantes hallazgos, se encuentran otras sepulturas con su correspondiente cipo
Pero nos hemos de referir también a la ermita de la Virgen de Mora, movidos por la devoción más ferviente. Esta imagen, lamentablemente restaurada, de estilo gótico, sentada en trono, con el Niño en el brazo derecho, es de las que arqueológicamente se llaman de actitud no asociada (el niño no juega con el rostro ni con los vestidos de la Madre),y pertenece al siglo XIII.
En aquella época se le hacía objeto de veneración por los moradores de un poblado llamado El Villarejo (quizás el mismo poblado prehistórico sobre el cual se sobreponen a través del tiempo distintas culturas),después como Gallel, pardinas. Más no por ello le negaban su devoción los habitantes
A partir del siglo XIII, los señores del pueblo, los Valeros y De Liria, estos últimos oriundos de Monreal (1), se distinguen unos y ortos con el pueblo por su fervor mariano (en el S.XVIII nos legaron la ermita de la Purísima con una imagen, entre las más hermosas, incomparables), y ellos serán los que ,con el señor cura a la cabeza, se harán cargo de la Virgen de Mora en el mismo instante de la desaparición del Villarejo.
Desde entonces, dueña, cual antes y señora de la fortaleza sigue asomándose como desde atalaya celestial, y cuida de los intereses sociales y espirituales de un pueblo que en todas las necesidades por Madre la tiene e invoca.

Vista parcial de El Castillejo.
EL CASTILLEJO
Pequeña fortaleza en la conjunción de la rambla de las Atalayas,
camino de Almohaja y la rambla de Valdecalera, situada al sudoeste del pueblo,
a unos dos kilómetros y medio del mismo. Defiende la garganta que viene de
“Peñarubia”y “Llano de la Balsa”. Es una de las muchas que se oponían al
posible acceso de la vía romana, al igual que a las acometidas que por esta
parte pudiera sufrir al castro situado de allí a no mucha distancia.
A menos altura que la cordillera, de
la que es término, se levanta esta fortificación, de unos veinticinco metros de
largo por diez de ancho, sobre roca, en forma ligeramente trapecial, con
parámetro en sus muros de obra reticulada colocada en red diagonal, sin
argamasa ni tierra, que nos hace ver el “Opus spicatum romanorun”, con algunos
sillares escuadrados que rodaron por la calzada de entrada al castillo. Por la
parte este, se entra en la plaza del castillo y se recorren una tras otra hasta
cinco tiendas divididas en compartimientos cuadrados iguales, con muros de un
metro de espesor por más de uno de elevación.
Al norte, bajo el fuerte y en
semicírculo, rodeando al castillo, debieron levantarse hasta cinco tiendas de
forma también cuadrada, algún tanto irregular por la curvatura
de una de las esquinas, que dibujan, cual decíamos, un cuadrado de unos
seis a ocho metros de lado.
Si bien no aparecen signos de
sepulcretum o necrópolis en la superficie, sabemos, sin embargo, que han sido
levantadas algunas sepulturas en todo igual a las anteriores descritas.
Abunda la cerámica de varios perfiles,
si bien no rica, cual la sigillata, en la decoración; estos perfiles nos dan
vasijas de tipo anforoide, vasos, platos y cuencos de raigambre ibérica, que
coinciden con ella en las betas de color; no obstante, aparecen también fragmentos
de cerámica fina.
EL CASTILLO
Está situado en el monte que resguarda
del norte al pueblo y al pie de la llanura.
Conserva restos del foso abierto
directamente en la roca, muros de tradición íbero-romana, terminados en fábrica
de barbacana o matacanes, y almenas de factura árabe, recogiéndose fragmentos
de cerámica de tipo íbero-romano.
A este castillo hacemos referencia al
principio, como eje en torno al cual gira gran parte de este estudio.
fig.16 -Materiales de diversas prcedencias(Alba )
VARIOS
Procedentes del término de Alba (“Trascerro”, “Oyamarta” y otros
lugares no identificados) nos fueron entregados los materiales que reproducimos
en las páginas 66 y 68, y entre los que se encuentran fragmentos de hojas de
sílex, y algunas hachas de piedra pulimentada.
La diversidad de este material
recogido, y las huellas encontradas en el término municipal de Alba, nos
inducen a asegurar que estuvo habitado por el hombre desde los primeros tiempos
y no es de extrañar, pues como ya hemos dicho, ya que es una zona rica y camino
natural de paso hacia las regiones levantinas.
En cuanto al material de sílex,
desgraciadamente ignoramos si procede de talleres o estaciones en las que tal
vez se diera con cerámica, todo lo cual nos ayudaría a una mejor localización
de las culturas a las cuales pertenece. No obstante, por su tipología, son
materiales que pertenecen, al igual que las hachas de piedra pulimentada, a un
período que abarca desde el neolítico hasta la plena edad de los Metales.
Al comienzo de la Edad de los Metales
pertenece también un fragmento de un vaso campaniforme. Seguramente un cuenco,
que, procedente de la corriente cultural que tiene su origen en el valle del
Guadalquivir, y concretamente en el círculo de las cuevas, pasa por el Pirineo
y se extiende por la mayor parte de Europa.
Toda esta zona fue también aprovechada
por los pueblos íberos. Dichos pueblos nos han dejado señales evidentes de su
permanencia en la zona. Sobre ellos se establecieron con posterioridad los
conquistadores romanos, los cuales se beneficiaban igualmente de la vía romana
que de Zaragoza, pasando por Teruel, iban a la región Valenciana.
Durante la Edad Media, los sitios
estratégicos fueron igualmente usados como lugares de defensa, superponiendo
culturas distintas.